jueves, 25 de febrero de 2016

Clímax.

A estas alturas, el sexo como tal era así, como tal. El sexo como tal. Experiencia física pura, expresada, libre. Si no era así, para qué? Tanta gente que mecaniza. Mecaniza hasta las sensaciones más avasallantes como un buen orgasmo, el torrente sanguíneo que te quiere salir corriendo por alguna parte y no puede, se acumula ahí donde todo culmina, generando un electroshock natural en la totalidad del cuerpo y la mente, segundos de otro mundo, un blackout en el real y buen sentido.
Entonces, sencillo se hace percibir cuándo va a poder ser todo eso y cuándo no. Es una cuestión vibracional, de comunicación sin necesidad de verbo. Y exhacerba la intensidad, todo está allí, en ese maldito bendito holy moment.
Considerando que es raro casi exótico aquel hombre que se ha tomado el trabajo, dedicación, de conocer el cuerpo de la mujer. Conocerlo bien. Lo que está a la vista es lo fácil y lo que no se puede evitar, mirar un culo o un par de tetas es instintivo y animal. El machismo le ha cagado la vida a aquellas mujeres que no tienen la fuerza suficiente, hasta para echarse un buen polvo de vez en cuando. Ni saben lo bien que se siente. Ante el análisis lógico y racional, todo esto tiene bastante de egocentrismo, pero por una cuestión yo creo de supervivencia del más apto. Felicidencia del más huevudo. 

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