domingo, 7 de agosto de 2016

Ya estamos grandes.

Estamos avanzando aunque a veces no parezca. Individuos sin repetir que formamos la humanidad. De algunos nos hemos ido alejando, otros se acercan y muchos que aún no llegan. Sin ser tarea fácil, se va aceptando que no siempre se tiene el control, primero como desafío personal al ego y después como entendimiento hacia resultados que puede que no sean los más cómodos. La ansiedad se acentúa porque las opciones están un poco más claras y sólo eligiendo le damos vida a una u otra, intentando mantener la calma sigo. Porque aún arrastro conmigo esos nervios del descubrir, aunque se trate de afirmar que es momento de andar tranquilo: me pone nerviosa. Dura poco, menos que antes, pero sigue pasando. Me pregunto si está bien controlarlo, me respondo que ayuda a caminar más liviano y es mejor así. Comprometerme tanto con mis emociones es mi escencia pero pude identificar que de mí se lleva casi todo y es injusto para tanto más que también se puede ser. Las experiencias las guardo en palabras como apostando a sonreírme de ellas en el futuro, así es que invierto en mi felicidad del después y a su vez el presente, pasa a ser tan fácilmente un simple recuerdo más. Incorporando que enojarse no sirve, que lo que tenga que ser será, y lo que no pues que no sea. Y que aquello que es, en cualquier momento puede no ser más.

Determinados al elegir, honestos y fieles al vivir, siempre listos para soltar. Ya estamos grandes, una bocanada de aire fresco es suficiente para darnos paz. Un paso firme marca el destino. Con un aleteo nos levantamos del suelo y con el sólo intento creamos realidad. Ya estamos grandes y por eso, con la punta de los dedos, llegamos a tocar la libertad.