Siempre me incomodó la extrema definición en las personas, me ponía nerviosa. Y no me daba cuenta de la definición extrema que yace en mi constante indefinición. Soy definidamente una indefinida, continuo impreciso sin bordes.
Nada es ajeno del todo, somos parte del otro y del mundo en un constante vibrar de sensaciones compartidas aunque a veces rechazadas (más compartidas, más rechazadas) espejadas, refractarias. Y ahí vamos.
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