Ella sabía a lo que se enfrentaba,
pero igual se animó a jugar.
El todo por el todo, como siempre.
Total, qué más da.
Él se protegía un poco
con estrategia distante a veces,
escéptico por las opciones,
pero al presente no lo pudo evitar.
Y en una tarde de lluvia
que, en esa ciudad, no era tan usual
él se olvidó de todo un rato
ella lo quiso acompañar.
Una brisa fresca
que se robaba el olor al jazmín mojado
entraba por la ventana y por sus pieles
aumentando ese sentir.
Un sentir en silencio,
complicidad que anula el hablar.
Miradas que se dijeron todo
siendo ese todo
tan poco
en realidad.
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